La noche del domingo en la NBA dejó algo más que números y estadísticas: fue un aviso claro de que una era podría estar tocando a su fin. En un duelo eléctrico, cargado de emociones y con sabor a épica, los Minnesota Timberwolves derrotaron 116-113 a Los Ángeles Lakers y tomaron ventaja de 3-1 en la serie de primera ronda de los playoffs del Oeste. Con una actuación monumental de Anthony Edwards —autor de 43 puntos— los lobos de Minnesota dejaron a LeBron James y Luka Doncic al borde de la eliminación.
La historia se escribió en el último cuarto, con ráfagas ofensivas de lado y lado. Edwards, con la confianza de quien está llamado a liderar una nueva generación en la liga, cargó sobre sus hombros el peso de la serie y respondió como un veterano. Cada canasta suya fue una daga que el quinteto californiano no supo desactivar, pese a los esfuerzos de Doncic, quien terminó con 38 puntos, y de un LeBron combativo que firmó un doble-doble de 27 unidades y 12 rebotes.
Pero el esfuerzo no alcanzó. Los Lakers, pese a tener figuras consagradas y experiencia en postemporada, parecen estar pagando el precio de una plantilla que no logra sostener la intensidad durante los 48 minutos. Las desconcentraciones defensivas y una banca que no responde con consistencia les han pasado factura ante un rival joven, veloz y con hambre de gloria. Minnesota no solo ha jugado mejor: ha demostrado más convicción.
La serie se trasladará nuevamente a Los Ángeles el próximo miércoles, en lo que podría ser el último juego de los Lakers esta temporada si no logran una victoria que les permita soñar con una improbable remontada. Tres victorias consecutivas es el reto, y aunque matemáticamente posible, emocionalmente parece cuesta arriba para un equipo que ha mostrado fisuras profundas en momentos clave.
Mientras tanto, el Este también va despejando su panorama. Los Knicks, Celtics e Indiana Pacers tomaron ventaja de 3-1 en sus respectivas series frente a Pistons, Magic y Bucks. Particular preocupación hay en Milwaukee, donde Damian Lillard terminó lesionado y su estado físico mantiene en vilo las aspiraciones del equipo. Una postemporada que prometía paridad, ahora empieza a inclinarse con dureza para varios favoritos.
En este contexto, Anthony Edwards se consolida como una de las figuras más luminosas del momento. Su presencia en cancha no solo se traduce en puntos, sino en liderazgo, ritmo y confianza. Lo que alguna vez fue un proyecto prometedor hoy es una realidad que amenaza con dejar fuera a leyendas como LeBron y Doncic en primera ronda, algo impensado semanas atrás.
Para los Lakers, la pregunta ya no es solo si podrán ganar el próximo partido, sino si les queda energía y fe suficiente para revertir una serie que se les ha ido de las manos. LeBron, a sus 39 años, enfrenta una de las pruebas más difíciles de su carrera reciente: sostener el peso de una franquicia que parece depender únicamente de su genialidad y de los destellos individuales de Doncic.
La serie aún no está decidida, pero el guión se inclina con claridad. Los Timberwolves ya han olido la sangre. Y si algo ha demostrado está NBA, es que los equipos que juegan sin miedo y con futuro por delante, rara vez perdonan. El miércoles, más que un partido, será una sentencia.