Un nuevo sismo político sacudió este miércoles 28 de mayo los cimientos de Ecopetrol, la empresa más grande del país, cuando Mónica de Greiff presentó su renuncia irrevocable a la junta directiva. La salida, confirmada por fuentes oficiales a Caracol Radio y El Tiempo, ocurre en medio de un ambiente denso y cargado de tensiones internas, en el que se entrecruzan escándalos financieros, disputas de poder y movimientos estratégicos que apuntan directamente al presidente de la compañía, Ricardo Roa.
El punto de quiebre habría sido la revelación de un polémico otrosí firmado con la firma estadounidense Covington & Burling LLP, por un valor de 5,8 millones de dólares. El contrato, supuestamente concebido para evaluar el impacto reputacional de los señalamientos contra Roa ante autoridades internacionales, ha sido cuestionado tanto por su opacidad como por el momento en que se firmó: en diciembre de 2024, durante el receso navideño, y con una cláusula de confidencialidad que encendió todas las alarmas.
Aunque en su carta de renuncia Mónica de Greiff mantuvo un tono institucional, agradeciendo la oportunidad de haber integrado la junta y elogiando la gestión de Roa con expresiones como “liderazgo inspirador” y “visión estratégica”, su salida ha sido interpretada como una señal inequívoca de fractura interna. La directiva llegó al cargo en octubre de 2022, en un momento en el que el Gobierno buscaba reforzar su control sobre la junta directiva de la petrolera, y su salida ahora deja al descubierto tensiones más profundas.
De fondo, se habla de dos detonantes principales. El primero: la creciente presión desde el Ejecutivo para forzar la salida de Roa, una movida que ha venido cobrando fuerza en las últimas semanas tras la filtración de documentos que comprometen su liderazgo. El segundo: la posible llegada del actual ministro de Minas, Edwin Palma, como su reemplazo, lo que ha generado resistencias dentro de la junta y en ciertos sectores técnicos de la compañía que ven en Palma un perfil más político que corporativo.
La renuncia de De Greiff no ocurre en el vacío. Llega en un momento en que Ecopetrol atraviesa una crisis reputacional sin precedentes, con investigaciones abiertas por posibles interceptaciones ilegales a funcionarios y la opacidad de los contratos firmados en el exterior. Su salida pone en evidencia que incluso los respaldos más cercanos a Roa comienzan a erosionarse, y que el clima en la alta dirección ya no permite posiciones intermedias.
Desde el Gobierno, el silencio ha sido notorio. Ni el presidente Petro ni el ministro de Hacienda han salido a referirse públicamente al hecho, lo que aumenta la incertidumbre sobre los pasos a seguir. Si bien Roa se mantiene en el cargo, cada vez son más los sectores que consideran insostenible su permanencia, en especial tras la revelación de decisiones tomadas a espaldas de la junta y bajo procedimientos poco transparentes.
Lo cierto es que con la salida de De Greiff, Ecopetrol entra en una fase de inestabilidad institucional que podría tener efectos directos sobre su imagen en los mercados y su capacidad de maniobra en medio de la transición energética. Ricardo Roa, que hasta hace poco parecía tener el respaldo del Ejecutivo y parte del sector empresarial, se encuentra ahora en el centro de una tormenta que amenaza con derribarlo. La pregunta no es si habrá más renuncias, sino cuándo y desde qué nivel caerá la próxima ficha.