El sabor de la mentira: Frisby enfrenta el uso fraudulento de su marca en España

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La marca Frisby, emblema de la comida rápida en Colombia y referente indiscutido del pollo apanado, ha salido esta semana al ruedo no para anunciar una expansión internacional, sino para defender su identidad de lo que califica como un fraude digital. La compañía con sede en Pereira se vio obligada a aclarar, con vehemencia, que no tiene relación alguna con una supuesta operación comercial en España que ha circulado a través de redes sociales y páginas web.

Durante los últimos días, usuarios en Colombia y en Europa reportaron el lanzamiento de una supuesta franquicia de Frisby en territorio español. La narrativa falsa incluía promesas de premios, apertura de puntos de venta y hasta la posibilidad de adquirir franquicias con beneficios atractivos. Todo esto con una puesta en escena que imitaba perfectamente la imagen oficial de la marca: el icónico Pollo Frisby, los colores corporativos y un tono institucional bien elaborado.

Pero no. Según explicó la empresa este fin de semana, la información no solo es falsa, sino que representa un uso indebido de su propiedad intelectual. El sitio web www.frisby.es, así como perfiles en Instagram y TikTok que promueven la falsa expansión, fueron creados sin autorización alguna. En palabras de la propia compañía: “Estamos dispuestos a defender la marca con todas las herramientas legales”.

La situación, más allá de una anécdota de redes, es una advertencia sobre los riesgos crecientes que enfrentan las marcas reconocidas en el entorno digital. El prestigio construido durante décadas —Frisby nació en 1977 y hoy tiene más de 270 puntos en Colombia— se convierte en carnada perfecta para estafadores que buscan rentabilidad rápida explotando la buena fe de los consumidores y emprendedores incautos.

Frisby confirmó que cuenta con registro de marca vigente no solo en Colombia, sino también en la Unión Europea y particularmente en España, lo que le permite tomar acciones judiciales inmediatas. La empresa no solo reaccionó rápido, sino que advirtió a sus seguidores que no se dejen engañar por anuncios de supuestas franquicias o concursos vinculados con esta “expansión” ficticia.

Este caso también revela cómo las marcas colombianas, al posicionarse cada vez más en el radar internacional, se enfrentan a nuevos desafíos de protección reputacional. En el caso de Frisby, cuya expansión regional ha sido prudente y planeada, una aparición falsa en Europa podría haber generado malentendidos comerciales, confusión entre inversionistas o incluso afectación a futuros planes reales de internacionalización.

Lo positivo, si acaso puede hablarse de ello en medio de una crisis de marca, es la manera proactiva con la que Frisby enfrentó la situación. Sin especulaciones, sin campañas de distracción, con una comunicación clara y coherente: no estamos en España, no estamos vendiendo franquicias, y vamos a proteger nuestro legado. Una postura que otros deberían tomar como ejemplo frente al caos del mundo digital.

Porque en tiempos donde la reputación se juega en una historia de Instagram o una dirección web sospechosa, defender una marca es más que proteger un logo: es defender la confianza de millones de clientes. Y en eso, Frisby ha demostrado estar tan preparada como en su cocina.