El oro brilla como nunca: máxima histórica entre aranceles, temores e incertidumbre global

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El 11 de abril de 2025 será recordado en los mercados globales como el día en que el oro, ese viejo refugio de valor en tiempos convulsos, alcanzó un precio sin precedentes. Con una cotización que superó los 3.234 dólares por onza, el metal precioso rompió su propio techo, impulsado por una tormenta geopolítica y económica que tiene al mundo entero conteniendo la respiración: la renovada guerra comercial entre Estados Unidos y China.

Desde que Donald Trump volvió a asumir la presidencia estadounidense, los vientos proteccionistas han soplado con fuerza creciente. Aranceles en escalada, discursos incendiarios y una clara ruptura con las lógicas de cooperación multilateral han encendido las alarmas en los mercados. La consecuencia: los inversionistas, temerosos del impacto de estas tensiones, han comenzado a refugiar su capital en activos considerados seguros. Y pocos activos han sido tan confiables, por siglos, como el oro.

En apenas una semana, el precio del oro saltó de los 2.999 a los 3.234 dólares por onza, un incremento del 7,26% que no solo ilustra el nerviosismo del mercado, sino que pone de relieve un cambio de timón en las decisiones de inversión. Los capitales se están moviendo no hacia el crecimiento, sino hacia la preservación. La confianza en el comercio global —ese motor que impulsó décadas de prosperidad— se resquebraja con cada nuevo decreto arancelario.

La más reciente medida vino de China, que anunció una subida del arancel adicional a los productos estadounidenses del 84% al 125%, un mensaje contundente de que no está dispuesta a ceder terreno. Mientras tanto, en Washington, el discurso se endurece y los mercados tiemblan. El resultado: el oro se convierte, una vez más, en protagonista absoluto de la escena financiera mundial.

Este repunte no es solo un fenómeno económico, sino también político. El valor del oro habla el lenguaje de la desconfianza. Cuando los metales preciosos se disparan, es señal de que los fundamentos de la economía global están siendo puestos en duda. La guerra comercial no solo encarece productos y distorsiona las cadenas de suministro, también mina la confianza de empresarios, consumidores e instituciones financieras.

Expertos del mercado coinciden en que el precio del oro seguirá siendo volátil, pero con una tendencia al alza si persisten las fricciones. “Estamos ante una tormenta perfecta: tensiones geopolíticas, discursos populistas y desconfianza institucional. El oro refleja todo eso en tiempo real”, afirmó un analista de commodities de Londres consultado por este diario.

Para países como Colombia, este escenario es una espada de doble filo. Por un lado, el alza del oro representa una oportunidad para el sector minero nacional, que podría beneficiarse del apetito global por este activo. Por otro, la tensión comercial afecta los flujos de inversión extranjera y presiona al alza el precio del dólar, con efectos que se sienten en la inflación, el costo de vida y la estabilidad macroeconómica.

El oro, eterno protagonista de épocas turbulentas, vuelve a ocupar el centro del escenario. No es la primera vez. Y si los líderes mundiales no logran desescalar sus conflictos, no será la última. En tiempos donde el futuro parece incierto, el oro —más que nunca— brilla como el termómetro del miedo global.