El gobierno de Gustavo Petro ha marcado un hito en su estrategia de seguridad al señalar a Iván Mordisco, líder del Estado Mayor Central de las disidencias de las FARC, como su principal objetivo militar. Este anuncio se produce en un contexto de creciente presión sobre las organizaciones criminales que continúan afectando la estabilidad y la paz en varias regiones del país. La decisión de priorizar a Mordisco resalta la importancia de capturar a los cabecillas de las disidencias, quienes siguen siendo responsables de múltiples actos de violencia y terror en diferentes partes de Colombia.
El Ministerio de Defensa, en una acción contundente, presentó el nuevo cartel de los más buscados, con Iván Mordisco al frente, y estableció una recompensa de $4.450 millones de pesos por su captura. Este monto, uno de los más altos ofrecidos en la historia reciente del país, refleja la gravedad de los crímenes que se le imputan y la urgencia con la que el gobierno busca frenar la violencia que ha asolado a las regiones donde sus grupos operan. En el volante oficial, Mordisco es descrito como un criminal con más de tres décadas de actividad delictiva, marcada por el narcotráfico, el desplazamiento forzado y el reclutamiento de menores.
Las acusaciones contra Iván Mordisco son numerosas y estremecedoras. El Ministerio de Defensa ha destacado sus responsabilidades en una serie de ataques brutales, entre los que se incluyen un ataque con explosivos en el municipio de Morales (Cauca) en marzo de 2025, que dejó una estela de destrucción y pavor. Además, se le atribuyen masacres que han dejado un saldo trágico de muertos, como la de cuatro menores indígenas en Caquetá en 2023, y la de nueve militares en San José del Guaviare en 2021. Estos crímenes han generado un profundo rechazo en la sociedad colombiana, que clama por justicia y paz.
El liderazgo de Iván Mordisco en las disidencias de las FARC ha sido caracterizado por su extrema violencia y su permanencia en el narcotráfico. A pesar de los esfuerzos del gobierno por implementar el Acuerdo de Paz, las disidencias, lideradas por figuras como Mordisco, han continuado sus operaciones con total impunidad, desafiando la autoridad estatal y sembrando el terror en las comunidades más vulnerables del país. Esto ha generado un clima de desconfianza y temor en las regiones donde estos grupos tienen presencia.
A lo largo de su carrera criminal, Iván Mordisco ha logrado eludir la captura en varias ocasiones, lo que ha puesto a prueba las capacidades del Estado colombiano para enfrentar a los grupos armados ilegales. A pesar de los avances en la paz, la existencia de estos grupos disidentes sigue siendo un obstáculo significativo para la consolidación de la paz y la estabilidad en Colombia. La nueva estrategia del gobierno, que pone a Mordisco en el centro de su plan de seguridad, refleja la voluntad de no permitir que estos actores sigan operando con impunidad.
El hecho de que el gobierno de Petro haya decidido poner a Iván Mordisco como objetivo prioritario también tiene implicaciones en el terreno político. El presidente, que ha apostado por un enfoque de diálogo con los grupos armados ilegales, se enfrenta a las críticas de quienes consideran que las disidencias no son interlocutores legítimos y que, en muchos casos, sus acciones violentas demuestran que el diálogo con ellos es una utopía. Esta estrategia podría marcar un punto de inflexión en la política de seguridad del gobierno, que hasta ahora ha buscado una combinación de negociación y acción militar.
Con la recompensa millonaria y el cartel de los más buscados, el gobierno busca movilizar no solo a las fuerzas de seguridad, sino también a la población para colaborar en la captura de este peligroso criminal. Además, este esfuerzo refleja el compromiso del gobierno con la protección de los ciudadanos y el fortalecimiento de la justicia en un contexto donde los grupos armados ilegales siguen siendo una amenaza latente. La figura de Iván Mordisco como objetivo número uno del Estado simboliza el combate a la impunidad y el deseo de terminar con la violencia que afecta a tantas regiones del país.
En definitiva, la caza de Iván Mordisco no es solo un asunto de justicia, sino también una señal clara de la determinación del gobierno colombiano por recuperar el control en las zonas donde el narcotráfico y la violencia de las disidencias han dejado su huella. La captura de Mordisco podría representar un avance significativo en la lucha contra las organizaciones armadas ilegales, aunque también abre el debate sobre la eficacia de las políticas de seguridad y el futuro de los diálogos de paz en Colombia. El desenlace de este capítulo será clave para entender cómo avanza el país en su objetivo de alcanzar una paz duradera.