El futuro del gas en Colombia: entre la escasez y los altos costos

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Colombia está al borde de una crisis energética en el sector del gas natural, una situación que ha sido anticipada por expertos y que se hace cada vez más palpable. Tomás González, exministro de Minas y una de las voces más autorizadas sobre el tema, advierte que el “gas barato” ha llegado a su fin y que la solución a largo plazo no estará disponible antes de 2027. Según González, el país enfrenta una realidad inminente: la escasez de gas, un fenómeno que no solo impactará a los consumidores domésticos, sino también a las empresas y las industrias que dependen de este recurso para su funcionamiento.

Este escenario se ha gestado lentamente a lo largo de los últimos años, a medida que las reservas nacionales de gas se han ido agotando. La dependencia de Colombia del gas importado es cada vez mayor, y su costo elevado pone en riesgo no solo la estabilidad de los precios, sino también la seguridad energética del país. Aunque el gobierno ha sostenido que el suministro de gas está garantizado para los próximos años, los expertos siguen señalando que las dificultades en la oferta de gas podrían volverse más agudas, especialmente si se agravan los efectos del fenómeno de El Niño, que altera las condiciones climáticas y pone presión sobre las fuentes de energía disponibles.

El debate sobre el gas en Colombia no parece tener fin. Mientras que algunos funcionarios del gobierno afirman que el suministro estará asegurado, los actores del sector energético, así como los analistas, alertan sobre los riesgos de un déficit de gas que podría ser inminente en 2025. La principal preocupación radica en la vulnerabilidad del país ante las condiciones climáticas, que afectan directamente la generación de energía, especialmente la proveniente de fuentes hidroeléctricas. Si las lluvias son escasas, el consumo de gas aumentará debido a la mayor demanda de las termoeléctricas, lo que podría generar un desfase entre la oferta y la demanda.

De acuerdo con el análisis realizado por el Centro Regional de Estudios de Energía (CREE), si las condiciones climáticas son favorables, la demanda de gas será de 146,4 gigas de Unidades Térmicas Británicas por día (GBTUD), pero solo habrá 96,9 GBTUD disponibles, lo que generaría un déficit de 49,5 GBTUD. Este faltante podría ser cubierto en parte con el gas adicional disponible de sectores como la industria, el transporte y la Costa Atlántica, pero aún así, quedaría un hueco que podría comprometer la estabilidad del suministro.

Sin embargo, si el clima no favorece a Colombia, el déficit sería aún mayor. En un escenario más pesimista, donde las lluvias sean insuficientes y las termoeléctricas necesiten mayor gas, la demanda ascendería a 161,1 GBTUD, lo que dejaría un faltante de 36,1 GBTUD. Este desfase, aunque aparentemente menor, podría tener repercusiones severas, tanto en el suministro como en las tarifas. Las altas tarifas derivadas de una posible escasez de gas afectarían directamente a los hogares colombianos, especialmente aquellos en sectores vulnerables que dependen de este recurso para sus necesidades básicas.

El panorama es, por tanto, incierto y preocupante. Si bien las autoridades gubernamentales insisten en que el país tiene garantías para asegurar el suministro de gas en el corto plazo, la verdad es que las proyecciones de expertos como Tomás González y las cifras del CREE sugieren que el futuro cercano del gas en Colombia estará marcado por tensiones, altos costos y una creciente dependencia del gas importado. La solución a largo plazo, que podría incluir nuevas fuentes de gas y una transición hacia energías más limpias y sostenibles, parece estar aún lejos de alcanzarse, dejando a Colombia ante un desafío energético que necesitará medidas urgentes para evitar consecuencias aún más graves.

La situación obliga a repensar la política energética del país, y pone en evidencia la urgencia de diversificar las fuentes de energía y adoptar soluciones que permitan mitigar el impacto de las fluctuaciones climáticas y la creciente demanda. Mientras tanto, los colombianos enfrentan la incertidumbre de un futuro donde el gas, un recurso básico, podría convertirse en un lujo cada vez más inalcanzable.