Recientemente, un video que mostró un helicóptero sobrevolando el Palacio de Nariño, en pleno centro de Bogotá, generó gran revuelo en las redes sociales. El hecho, que ocurrió el 12 de febrero, despertó rápidamente el interés de la opinión pública, debido a la presencia visible de los logos del Gobierno en la aeronave, lo que dejó entrever que se trataba de uno de los helicópteros asignados al presidente Gustavo Petro. Lo curioso es que el mandatario se encontraba en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, participando en diversos eventos sobre Inteligencia Artificial y tecnología. Esto despertó una serie de preguntas sobre el motivo de su uso en ese momento.
Las reacciones en redes sociales no se hicieron esperar, y pronto comenzaron a circular comentarios que cuestionaban la necesidad de realizar maniobras con el helicóptero presidencial en su ausencia. La percepción pública de que podría haber habido un uso indebido de los recursos del Estado fue alimentada por la imagen de una aeronave oficial sobrevolando el Palacio, mientras el presidente no estaba en el país. A pesar de los intentos por calmar las especulaciones, los cuestionamientos se mantuvieron en pie, principalmente porque el contexto no parecía justificar tal actividad.
Frente a la creciente inquietud, la Casa de Nariño decidió aclarar lo sucedido a través de un comunicado oficial. En él, el gobierno de Petro explicó que las maniobras de sobrevuelo eran parte de un entrenamiento programado. Según detallaron, el helicóptero Augusta AW139 FAC0008, que tiene a su cargo la seguridad del presidente, realizaba un ejercicio habitual estipulado en el Manual de Políticas Generales de Vuelo (POGEV) de la Fuerza Aeroespacial Colombiana (FAC). De acuerdo con la Presidencia, este tipo de entrenamientos deben llevarse a cabo cada 90 días para garantizar la seguridad de los aterrizajes en el Palacio presidencial.
La aclaración de Presidencia fue clara al subrayar que se trataba de una acción preventiva y rutinaria, cuyo propósito es mantener la operatividad y la seguridad de las aeronaves que forman parte del equipo presidencial. Este tipo de entrenamientos son esenciales para asegurar que en caso de cualquier emergencia o situación que requiera el uso de estos medios de transporte, el personal involucrado esté completamente preparado para responder de manera efectiva.
Sin embargo, la explicación oficial no logró completamente calmar los ánimos de quienes vieron el uso del helicóptero como algo innecesario en el contexto de la ausencia del presidente. La pregunta que surgió en muchos fue por qué se realizó un sobrevuelo tan visible, cuando lo habitual es que estos entrenamientos se lleven a cabo sin generar tanto ruido mediático. Algunos sugirieron que, si bien la seguridad del presidente es un tema primordial, la elección de este momento particular para realizar maniobras en un espacio tan público y con la visibilidad de los logos oficiales podría haberse evitado.
Además, las críticas no solo se centraron en el uso de los recursos del Estado, sino también en la falta de una comunicación más clara desde el principio. Muchos consideran que una explicación previa, tal vez más detallada, habría evitado que el hecho tomara dimensiones tan amplias en las redes sociales. En tiempos de alta sensibilidad política, la gestión de la comunicación se convierte en un factor clave para evitar malentendidos que puedan afectar la imagen de la administración.
A pesar de la controversia, lo sucedido refleja una vez más el impacto de las redes sociales en la política contemporánea. En un entorno donde la información circula de manera inmediata y sin filtro, cualquier evento, incluso el más rutinario, puede convertirse rápidamente en un tema de debate. En este caso, el sobrevuelo de un helicóptero presidencial, lejos de ser una simple maniobra de seguridad, se transformó en un episodio que pone en evidencia la importancia de la transparencia y la gestión de la comunicación por parte de las instituciones del Estado.