Mayo no sólo marca el inicio del segundo trimestre fiscal, sino también un momento clave para el cumplimiento tributario de las empresas en Colombia. Aunque la temporada de declaración de renta para personas naturales aún no arranca, este mes es decisivo para las personas jurídicas, quienes están obligadas a presentar su declaración ante la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN), de acuerdo con el calendario tributario vigente.
El impuesto sobre la renta es uno de los pilares fundamentales del sistema fiscal colombiano. A través de él, el Estado puede evaluar la capacidad económica de las personas y empresas, y establecer cuánto deben aportar al funcionamiento del país. No se trata sólo de recaudar, sino de asegurar que la distribución de las cargas impositivas sea proporcional y justa.
En ese contexto, las empresas —sin importar su tamaño— están llamadas a cumplir con su obligación entre el 12 y el 23 de mayo, fechas que varían según el último dígito del Número de Identificación Tributaria (NIT). Este sistema escalonado busca evitar congestiones en los canales digitales de la DIAN y ofrecer a los contribuyentes una programación ordenada.
La omisión o presentación tardía de esta declaración puede acarrear multas considerables, que se calculan en función del patrimonio o de los ingresos brutos del contribuyente. Además, en caso de persistencia, la DIAN puede iniciar procesos sancionatorios que incluyen el cierre del establecimiento o el embargo de bienes. Es por eso que este trámite debe tomarse con la seriedad que merece.
La recomendación de los expertos contables es clara: las empresas deben revisar con antelación la documentación contable del año anterior, validar sus cifras, actualizar los datos en el RUT y contar con el acompañamiento de un contador público registrado. La exactitud en la declaración no solo evita sanciones, sino que construye confianza frente al sistema tributario.
En paralelo, la DIAN ha reforzado sus canales virtuales y ha ofrecido múltiples capacitaciones para facilitar el proceso. Aun así, muchas empresas pequeñas y medianas desconocen las implicaciones de no presentar a tiempo esta declaración, especialmente aquellas que, por su tamaño, operan sin un equipo contable formalizado. Para ellas, este puede ser el momento de repensar su estructura financiera.
Aunque a menudo se percibe como un trámite tedioso, declarar renta también es una oportunidad: le permite a la empresa conocer con precisión su situación financiera, planear estrategias de optimización fiscal y proyectar con realismo su crecimiento. Es, en última instancia, una herramienta de gestión tanto como una obligación legal.
En un país donde la evasión tributaria aún erosiona la confianza ciudadana, cumplir con la declaración no es solo un acto de responsabilidad empresarial, sino un compromiso ético con el desarrollo nacional. Porque tributar con transparencia es también construir país.