Medellín enfrenta un desafío demográfico que cada vez se vuelve más palpable: el número de niños menores de cinco años está disminuyendo de manera constante. De acuerdo con el informe “Calidad de vida de la primera infancia en Medellín, 2023” presentado por Medellín Cómo Vamos y la Fundación Éxito, la ciudad ha visto una caída significativa en la cantidad de niños en esta franja de edad. En 2005, el 9% de la población de la ciudad tenía menos de cinco años, pero hoy esta cifra ha caído al 6%. Este dato no solo refleja una disminución de nacimientos, sino también los cambios en los patrones sociales y económicos que enfrenta la ciudad. Hoy en día, Medellín tiene la tasa más baja de niños en esta franja de edad entre las principales capitales del país.
El descenso en la tasa de natalidad en Medellín responde a una tendencia global, donde las parejas de clase media y alta optan por tener menos hijos, mientras que en los sectores más vulnerables, el número de nacimientos sigue siendo elevado. Esta brecha demográfica es notoria cuando se analiza la distribución por estratos sociales. Según el informe, el 66% de los niños menores de cinco años se concentran en los estratos 1 y 2, lo que refleja un aumento en la pobreza infantil. En 2015, el porcentaje de niños en estos estratos era del 61%. Mientras tanto, los hogares en estratos más altos tienen una presencia cada vez menor de niños, lo que revela un patrón de desigualdad creciente.
Además de la disparidad entre los estratos, el informe también destaca la creciente vulnerabilidad de los hogares monoparentales, especialmente aquellos encabezados por mujeres. La realidad es que, en Medellín, mientras el 75% de los hombres participa en el mercado laboral, solo el 56% de las mujeres lo hace. Esta diferencia genera un círculo vicioso de pobreza y exclusión, especialmente en los hogares más empobrecidos, donde los niños se enfrentan a mayores dificultades de acceso a servicios de calidad. Los hogares encabezados por madres solteras representan una porción significativa de la población infantil vulnerable, lo que plantea un reto para las políticas públicas de apoyo.
El panorama de la primera infancia en Medellín es aún más alarmante cuando se observa la falta de acceso a servicios de cuidado infantil. En 2023, un 12,9% de los hogares aseguraron no contar con acceso a servicios de cuidado integral para sus niños menores de cinco años, un aumento respecto al 9,4% de 2021. Este déficit es más evidente en comunas como Santa Elena, Santa Cruz y Villa Hermosa, donde los hogares sienten un mayor abandono en términos de apoyo institucional. Las cifras evidencian la necesidad urgente de fortalecer los programas existentes y de implementar nuevas estrategias para reducir esta brecha en el acceso a servicios básicos de cuidado.
En este contexto, el programa Buen Comienzo, lanzado por la Alcaldía en la administración de Alonso Salazar, cobra una relevancia aún mayor. Este programa ha sido crucial para brindar atención a madres gestantes y niños menores de cinco años, particularmente en barrios de estratos bajos. Este año, el programa Nutrir para Sanar, Sanar para Crecer, ha intensificado su esfuerzo por identificar a niños en riesgo de desnutrición u obesidad. Gracias a esta estrategia, se han detectado 249 niños que requieren atención nutricional, un paso positivo hacia la mejora de la salud infantil en Medellín. Sin embargo, es evidente que el programa necesita ser expandido y fortalecido para atender a una población creciente de niños vulnerables.
La disparidad en la calidad de vida de los niños también se refleja en el acceso a jardines infantiles. A pesar de los esfuerzos de la administración local, muchos barrios de estratos bajos siguen careciendo de infraestructuras adecuadas para la primera infancia. La directora de Medellín Cómo Vamos, Mónica Ospina, enfatiza la necesidad de fortalecer los jardines infantiles públicos en las comunas más pobres de la ciudad, donde la población infantil es más numerosa y más vulnerable. El Estado debe garantizar una atención integral a estos niños, no solo en términos de salud y nutrición, sino también en educación y desarrollo emocional.
El informe de Medellín Cómo Vamos deja claro que las transformaciones en la estructura familiar y la situación económica de la ciudad están incidiendo de manera directa en el bienestar de los niños. Las políticas públicas deben adaptarse a esta nueva realidad, tomando en cuenta las diferencias estructurales entre los diferentes estratos y comunas de Medellín. Los esfuerzos por mejorar la calidad de vida de la primera infancia deben ser integrales, abarcando desde el acceso a la educación temprana hasta la mejora de los servicios de salud y nutrición.
Finalmente, el reto para Medellín en los próximos años será doble: por un lado, revertir la tendencia de declive en la natalidad, especialmente en los sectores de clase media y alta, y por otro, mejorar las condiciones de vida de los niños en situación de pobreza, garantizando que todos los niños, sin importar su origen o entorno, tengan acceso a un desarrollo adecuado y a una infancia saludable. La sostenibilidad de la ciudad depende, en gran medida, de cómo logre abordar estas desigualdades y asegurar un futuro mejor para su generación más joven.