¿Ministerios por votos? La estrategia de Petro ante el Congreso

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Con la reanudación de las sesiones ordinarias del Congreso, el Gobierno de Gustavo Petro se enfrenta a una encrucijada política crucial. La tan esperada reforma a la salud, uno de los pilares de su agenda legislativa, se estancó después de las fallidas sesiones extras, dejando al descubierto las tensiones entre el Ejecutivo y el Legislativo. Solo siete artículos fueron aprobados de los 39 previstos, lo que refleja un panorama nada alentador para un Gobierno que, a pesar de contar con el respaldo de una coalición, no ha logrado consolidar las mayorías necesarias para impulsar sus reformas de fondo.

En un contexto de crisis interna y con la mirada puesta en las elecciones de 2026, Petro ha decidido mover piezas en el tablero político, buscando alianzas estratégicas para asegurar la gobernabilidad. La clave, como no podía ser de otra manera, es la burocracia. Así, el presidente ha comenzado a fortalecer su red de aliados, no solo con miras a las reformas que necesita, sino también para garantizar su supervivencia política frente a un Congreso que no le es precisamente leal.

El clima de incertidumbre dentro del Gobierno ha alcanzado nuevas dimensiones con la salida de importantes ministros, como Juan Fernando Cristo, lo que ha dejado al Ejecutivo sin una figura clara encargada de la política interna. Esta vacante se ha sumado a la compleja coyuntura de un Gabinete que, a pesar de los esfuerzos de Petro, parece fracturado y sin una dirección unificada. La situación se torna aún más compleja con la renuncia de Gloria Inés Ramírez al Ministerio de Trabajo, justo cuando la reforma laboral, otra de las grandes apuestas del Gobierno, entra en su fase de debate más intenso.

Por si fuera poco, el comienzo de 2025 ha sido especialmente desafiante para el Gobierno. La crisis de seguridad, exacerbada por el aumento de violencia en el Catatumbo, y los desafíos en la arena internacional, especialmente con el choque diplomático con Estados Unidos, han puesto en jaque al Gobierno en distintos frentes. En medio de esta tormenta, el oficialismo ha tenido que reconocer que las crisis no solo son un obstáculo, sino también una oportunidad para reconfigurar su estrategia política.

Así, en un claro ejercicio de pragmatismo, el Gobierno ha optado por acercarse a partidos y congresistas que, aunque cercanos ideológicamente, han mostrado señales de descontento y de alejamiento. Un ejemplo claro de esta estrategia es el acercamiento con la Alianza Verde, partido que, aunque ha mantenido una postura crítica, ha visto con buenos ojos algunos movimientos del Ejecutivo, como la inclusión de figuras cercanas a su estructura dentro del gabinete.

El nombramiento de Antonio Sanguino, exsenador de la Alianza Verde, como nuevo ministro de Trabajo, y de María Fernanda Rojas, exconcejal, como ministra de Transporte, son parte de este intento de mantener el equilibrio político dentro del Gobierno. Con estas decisiones, Petro busca reforzar su relación con los verdes, un partido clave en el Congreso que ha tenido un rol importante en la configuración de la agenda legislativa.

El papel del gobernador de Boyacá, Carlos Amaya, ha sido otro de los factores determinantes en esta estrategia. Amaya, un influyente líder del verde, ha tenido un impacto directo en los nombramientos dentro del Ejecutivo, como lo demuestra su influencia en la llegada de Paula Cepeda como gerente del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA). Este tipo de maniobras busca consolidar la alianza entre el Gobierno y los sectores regionales, que son fundamentales para asegurar el respaldo a las reformas que Petro necesita sacar adelante.

Finalmente, el panorama político de Petro se presenta como un juego de ajedrez en el que cada movimiento es crucial. El presidente sabe que, sin el apoyo de una mayoría sólida en el Congreso, sus reformas no pasarán, y la estabilidad de su gobierno podría tambalear. Por ello, no escatima esfuerzos en buscar alianzas, aunque estas sean temporales y, en muchos casos, cuestionadas por su propia base política. Lo que está en juego es la posibilidad de lograr las reformas que definieron su propuesta de cambio, y para eso, Petro no dudará en mover sus piezas en función de los votos que necesita.