En una decisión que ha generado inquietud en la comunidad internacional, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) anunció la suspensión de los contratos de trabajadores considerados no esenciales a nivel global. La medida, que entrará en vigor el próximo 7 de febrero, afecta tanto a empleados en oficinas nacionales como en delegaciones en el extranjero.
Según el comunicado oficial, solo el personal responsable de funciones críticas para la misión, el liderazgo central y ciertos programas específicos continuará en funciones. El resto de los trabajadores recibirá notificaciones formales sobre su situación, mientras que aquellos destinados en el extranjero contarán con un plan de retorno a Estados Unidos en un plazo de 30 días, con los gastos de viaje cubiertos por la agencia.
El anuncio se produce en un momento de incertidumbre sobre el futuro de USAID, en medio de especulaciones sobre su posible cierre bajo la administración del presidente Donald Trump. Fundada en 1963, la agencia cuenta con aproximadamente 10.000 empleados y manejó un presupuesto de 50.000 millones de dólares en 2023. Sin embargo, desde la llegada al poder de Trump el pasado 20 de enero, el Gobierno estadounidense ha congelado la mayor parte de la ayuda exterior, exceptuando los fondos destinados a Israel, Egipto y el suministro de alimentos de emergencia.
La situación se tornó más tensa este martes, cuando las oficinas centrales de USAID en Washington amanecieron precintadas y los trabajadores fueron instruidos para permanecer en sus hogares. Esta decisión ha despertado preocupación entre diversas organizaciones internacionales que dependen del apoyo financiero de la agencia para la ejecución de programas humanitarios.
De acuerdo con datos de Naciones Unidas, Estados Unidos aporta aproximadamente el 47% de la ayuda humanitaria mundial, lo que lo convierte en el principal proveedor de asistencia a países en crisis. La suspensión de operaciones de USAID podría impactar gravemente el desarrollo y la estabilidad de diversas regiones afectadas por conflictos y desastres naturales.
Analistas políticos y económicos advierten que la decisión podría tener consecuencias tanto en la política exterior de Estados Unidos como en su imagen internacional. “La reducción de la presencia de USAID en el mundo podría debilitar la influencia diplomática estadounidense y abrir espacio para que otras potencias, como China y Rusia, refuercen su rol en la cooperación internacional”, señaló un experto en relaciones internacionales.
Organismos de derechos humanos también han manifestado su preocupación ante la posibilidad de que programas de asistencia crítica, como el suministro de agua potable, salud y alimentación en zonas de conflicto, se vean gravemente afectados. Aún no se ha emitido un pronunciamiento oficial por parte del Congreso de Estados Unidos, aunque algunos legisladores han pedido mayor claridad sobre las implicaciones de la medida.
En medio de este panorama incierto, el futuro de USAID permanece en vilo. Mientras la administración Trump define su estrategia en materia de ayuda humanitaria, miles de trabajadores de la agencia y millones de beneficiarios en el mundo esperan una respuesta que aclare el rumbo de una de las instituciones más emblemáticas de la cooperación internacional.